miércoles, 11 de agosto de 2010

Tiempo de espera

Cada espacio tiene su particular cuerpo o materia que lo llene, aún siendo aire, aún estando vacío, es indiferente, siempre y cuando no se trate de mi blog.

Particular es su estructura asimétrica, desproporcionada y tendente al infinito siendo un cero patatero.

Una curva ascendente si se mira al revés, que viene del cosmos y tiende al punto en que el papel en blanco se niega a oscurecer.

Mi cabeza podría poner algo de su parte, pero se niega, se niega a escribir granos de arena en un desierto aguado.

Hay momentos en los que la lejanía hace más provecho que el estar al pie del cañón, estar por estar no sirve para nada, contar gilipolleces no enriquece a nadie y es más; creo que empobrece sobremanera al autor de tan innobles letras.

Por lo tanto sigo sin tener nada que decir por que es difícil no caer en mi propia queja, ya soy bastante estúpida sin ayuda, como para empujarme a mí misma.

Cuando empecé a escribir, ya casi no me acuerdo de cuando fue eso, tenía muchos problemas que a través de historias se iban disipando, incluso hubo alguna vez en que encontraban otros horizontes o simplemente dejaban de ser una causa por la que preocuparse. Entonces pensaba que el escritor que yo llevaba dentro era más poderoso que yo, y que la forma que tenía en contar o narrar historias era la forma de expresar todo aquello que me retenía en el mundo real.

Ahora es todo lo contrario, yo, mi vida real menosprecia al escritor que un día vio la luz, digamos que por puro accidente, y las historias que pueblan mi cabeza me entretienen y me alejan de lograr mi destino

Pero ¿cuál es ese puto destino?

Ya no disfruto escribiendo, me cuesta hasta leer, y lo peor de todo es que sólo me apetece perderme, que nadie me encuentre, desfigurarme hasta no poder reconocerme ni yo misma. Pero… ¿cómo coño se hace eso?

Mi espacio no tiene materia que la llene, mi cerebro está lleno de las cosas que deberían llenar ese espacio, existe una total controversia entre lo que necesito quiero tengo y hago.

Tendré que esperar, pero no importa si al final cada espacio recupera su materia, o su vacío.

Dime...

Dime que es lo que piensas cuando te asomas a las estrellas en una noche cerrada, no me digas cuatro bobadas que no espero de ti, dime que es lo que sientes cuando admiras una inmensidad desconocida, que te atrae tanto como a mí.

Dime que sensaciones se despiertan en tus neuronas, recorriendo los nanomilimetros de tu piel, cuáles son las conexiones entre tus terminaciones nerviosas, y como afectan a tu cerebro.

Tú, que te muestras desde el lado obtuso de la mirada del espejo, tú que hablas con normalidad, te expresas con fluidez y que escribes con las tripas y no desde las tripas, ¿qué piensas, cuando después de enamorarte de miles de reflejos gigantes en la inmensidad pequeños, tornas tu mirada hacia mis ojos? ... ¿te sientes pequeño? ¿o me ves la micronésima parte de tu ego?

No me pintes cuadros surrealistas, háblame desde la pulsión del dolor de cada una de las fibras de tu corazón, desde ese escozor que sólo el fin lo calma, háblame y dime qué colores se dibujan en tu alma cenicienta, envuelta en pasado pesado, en llamas ignífugas, en palabras no inventadas, encuentra ese punto infinito entre tu mente y la mía, y descúbreme el mundo, tu mundo, ese lugar inaccesible, a través de la mirada de tus ojos.

No divagues, no me enseñes cuan locuaz y loco puedes mostrarte antes de sacarte al filo de la navaja que cortará tus velos para siempre. No me enredes entre telas descosidas y deshilachadas , esas que forman el intrincado de tus cuerdas vocales anuladas, vueltas al silencio, y adoradoras de la oscuridad, háblame desde tus manos en las mías, desde tus ojos ciegos al mundo, háblame desde olor nauseabundo que despide tu aliento sediento de más fantasías que encubran tu verdad, suéltalo todo, hasta que no te quede más que lo limpio, aunque tenga que esperar varias generaciones para ello, no tengas miedo, tengo tanta paciencia como tú imaginación...

No te finjas loco, no tiene sentido, sé de tu cordura por la insistencia en parecer demente, dime por fin, ¿qué sientes que somos tú y yo en este lugar en medio de una nada cósmica?

Despedida de lda en junio de 2010

Bueno a muchos de vosotros ya os he dicho adiós, en realidad sólo a aquellos que de verdad me importáis, los demás como si arden en la hoguera, jejeje.

La vida no deja de ser una ironía tremenda, y la ironía consiste en que debo de abandonar todo aquello que me gusta para hacer lo que no me apetece.

Todos conocéis mi natural rebeldía ante determinadas situaciones, pero cuando la afectada no soy yo, ando con pies de plomo, en este caso, la rebeldía me la meto en el culo y camino hacia delante y escocida

Este post está hecho para mis más fieles amigos: todos aquellos que se alegran de mi marcha, todos aquellos que saltarán una vez más diciendo aquello de " pero, ¿otra vez Marinera?", o , ¿Qué pasa, marinera que no tienes suficiente audiencia y necesitas llamar la atención?, o por qué no decirlo, a aquellos que se frotan las manos diciendo "por fin se va la mala zorra esa", claro que ellos son muy educados, y no dicen esas cosas.

Bueno, a lo que iba, ya veis que todos sois grandes amigos y todos estáis contemplados en mi despedida, espero que sigáis escribiendo los que escribís y que los otros, los mal llamados trolls esos que sigan calentando el ambiente, por que según parece este verano va a faltar calorcito, y vosotros sabéis darlo del bueno, jejeje, siempre me he reído mucho con vosotros y de vosotros y en mi despedida no podía dejar de nombraros.

Así que zagales y zagalas, hasta aquí esta última etapa en lda, ya veremos si reemprendo otra nueva o lo dejo así, jejeje, ya sabéis los que me conocéis que voy a contracorriente... Es curioso, hace poco me encontré con una amiga que me dijo: "tu hija es como tú, rebelde y antisocial, menos mal que tú ya has aprendido a darle la vuelta a las cosas, por que eso quema mucha energía" Vamos que me dejó por los suelos, y eso es que o me he hecho vieja de repente o me he amariconado, y sinceramente ninguna de las dos opciones me hacen ninguna gracia. Pero mira por lo menos me queda la esperanza de que mi semilla sea tocacojones al menos como la madre, de ahí para arriba.

No os digo la razón por la que me voy, por que no tiene nada que ver con vosotros, sólo deciros adiós, y por supuesto podéis hacer a partir de este momento lo que os salga de la punta, por que no seré yo quien diga ni "mu".



Besosssssssssssssssssssssssssss





Sexo explícito

Escudriñando la forma de tus caderas

Advierto el mechón de tu piel

Blanco, estriado, roto de placer,

Y rebuscando entre tus pliegues

Encuentro el nido revuelto de tus pelos

Pegajosos, lechosos, con sabor

A mi sudor y a mi piel.



Mientras cantábamos el himno del triunfo

Del renacer de la carne, después de la perdición,

Nuestros cuerpos sudaban estertores de jubilo

Y de pasión, de sueños alcanzados en blanco y negro.

Contraste de la oscuridad del agujero del culo

Y del cipote en ristre ardiendo en la luz...

Buscando la frescura en la cueva más dulce

Y acogedora que jamás pudo imaginar.


Y así empezó todo, con quítame la falda que me estorba

Con no apartes tus manos de mi raja, que te mato

Me pones cachondo y morcillón

Estoy chorreando por un buen apretón

Qué te parece si nos vamos

Pues a qué esperamos, marchémonos.



Ya en el coche la impaciencia nos lanzó

A mi boca contra tu polla, sangrando licores

Y mi lengua alcohólica recogiendo las gotas.

Tus manos en mis tetas, mis pezones pidiendo guerra.

El calor nos alcanzó en plena libación

Buscando rincones frescos, tu boca en mi coño se pegó.



Solos, con la única compañía del cantar de los grillos

Ni estrellas ni luna, y si las había estaban allá...

Donde nuestros ojos no alcanzaban,

Enredados como estaban en pelos y otras zarandajas.

Chorreando sudor, saliva, y fluidos desatados

Mi sexo escupía en tu bigote zafado,

Oh! Cómo deseé que el clítoris se me hiciese grande

Que se ensanchara y creciese hasta llegar a tu garganta.



En un sesenta y nueve interminable, apagamos la sed

Y bebimos líquidos calientes, a borbotones. Sabrosos

Brebajes preparados al instante, sin conocernos

Amándonos como salvajes, rompiendo cremalleras

Vestidos , pantalones y falsos encajes, buscando el falo,

La almeja brillante, una ostra parecía de moco colgante

Qué calentón! Que la noche entera duró



Y la mañana siguiente escudriñando en tu cuerpo me pilló

¿¿Erotismo?? ¡¡Amor!!

Cordeles, cilicios; sumisión. Dolor, placer; consagración. Tortura, éxtasis; enajenación. Martillos, dedos; revelación. Cadencia, música; exaltación. Sudar, sangre; crucifixión.

Palabras... Palabras que contemplan el renacer de la piel a manos del deseo... Un deseo desorbitado, amañado, manipulado, sobrevalorado pero sobre todo despiadado. Una eterna guerra desesperada, por poseer y ser poseídos... ¿Soñamos o arañamos la verdad?

Cuerpos desnudos, excitados, orgía de manos, piernas y sexos enfebrecidos. Contorsiones extrañas, caricias cuasi oníricas, despertares enjaulados víctimas de la deflagración de la concupiscencia salvaje pero únicamente humana.

Erotismo o sexo brutal, es indiferente, una vez suena la trompeta, todos los combatientes acuden a la cita, enardecidos, dispuestos a dar hasta la última gota de sus fluidos corporales, lamiendo y relamiendo, recogiendo esencias esenciales, que alimentan y fagocitan nuestra alucinación sensorial; dedos, penes, coños peludos y rasurados, tetas, culos, semen volando, lenguas avariciosas y cazadoras al aire de todo lo que vuela.

Saliva, calor, obsesión, carne a kilos remozada en lascivia... Aquelarre sin fin, aullidos de placer, susurros de dolor, respiración entrecortada, jadeos y gritos exigiendo más y más duro, y más adentro, y más deprisa, la locura impera.... Sexos abultados, doloridos, escocidos, sangrantes pidiendo, suspirando , suplicando, un pedacito de.... a m o r.


¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿¿¿AMOR??????!!!!!!

¡¡¡¡NO!!!!


La orgía calló, todo se derrumbó, apareció la venganza, la posesión insana, los celos, y ya nada fue igual; la pasión se volvió criminal. El goce murió: R.I.P. El sexo se volvió sucio y el deseo privado a una sola habitación, a un solo cuerpo, a una locura intransferible. El erotismo se refugió en la mente del soñador, dedecimonónico romántico.

La verdad se escondió, para dar paso a la mentira, a la traición y yo sigo preguntándome:

¿¿¿Arriba el sexo???

¿¿¿Abajo el amor???

¿¿¿Qué fue primero???

Después de pensar, creo que no hay color, desde que el amor apareció, sólo ha habido destrucción, me refiero a un amor que implique una relación de pareja, que es lo más habitual.

Texto presentado al concurso: "La mueca del Pícaro"

¿Qué pasaría si...?

Yo no puedo decir qué pasaría si..., ¡no! Yo puedo decir lo que pasó en realidad.

(Una mujer aparece de la nada y pregunta a un público inexistente: ¿qué pasaría si a tu mujer le privan del chocolate?)

-¡Ahí está! ¡Muy bien! Esa es la pregunta clave. Muchas gracias señorita.

(La mujer desaparece tal cual apareció)

-¡Qué buena es la tía! Ni un asomo de ironía en su rictus. Me ha dejado maravillado señores. Pero..., empecemos por el principio. ¡Ya!.. ¡El principio!... Como si fuese tan fácil...



Todo empezó con aquel concurso de televisión, bueno no, ese no fue el principio...¡Claro que no!.

El principio de todo es una mujer, siempre es una mujer,..., en este caso la mía, adicta al chocolate como ninguna.

Desesperado por su actitud accedí a que concursase . Mi error, sin embargo no fue ese, no, mi error fue comunicar a bombo y platillo a toda la familia el feliz acontecimiento: -Leandra se ha apuntado a ¡Nada es Imposible! Va a dejar, por fin, su adicción al chocolate.

Y qué contento estaba yo, y ella también, aunque algo asustada.

La reacción de la familia fue la de que nadie daba crédito a mis palabras, ni a sus intenciones, es más, se echaron a reír.

-Nada es imposible, excepto que mi hermana deje el chocolate. Acéptalo cuñado, “my sister” es la excepción que cumple la regla.

Las risas se convirtieron en carcajadas así como los nervios de Leandra en lágrimas, lo cual me puso furioso.

-Vosotros reíros. Apuesto todo lo que tengo a que lo consigue.

Así fue como Leandra, yo y toda su familia entramos en el reality show de Canal 23.

La entrada fue conmovedora, mi esposa lloraba a moco tendido, pero en cuanto escuchó su nombre voló por aquella alfombra roja que la llevaría a la fama más arrolladora y aplastante jamás conocida, tanto es así que yo me quedé boquiabierto y con el pañuelo lleno de mocos en la mano, mientras ella se deshacía en besos y saludos a diestro y siniestro.

Durante toda una semana completa no se filtró ni una sola imagen del interior de la mansión, tal y como estaba indicado en el contrato que firmamos.

Al domingo siguiente, día de la gala inaugural en plató del programa, acudí acompañado de mis suegros. Estábamos expectantes por saber qué había ocurrido. Presentaron a todos los concursantes uno por uno, menos a Leandra. Ya andaba yo presto a protestar cuando la presentadora excusó la presencia de mi mujer debido a trastornos pasajeros provocados por la abstinencia al chocolate.

No obstante nos tranquilizaron con la promesa de que en el transcurso de la noche nos retransmitirían imágenes de Leandra y de su paso por la casa en esa semana. Pasadas las once y media de la noche dieron paso a las susodichas.

El lunes fue un día casi idílico, entre las presentaciones, acomodarse al lugar y los nervios de las cámaras no ocurrió nada digno de señalar, pero a partir de ese día...

La noche del martes, una voz sin duda malintencionada, mientras dormía plácidamente repetía la palabra chocolate; chocolate con churros, con galletas, palmeras de chocolate,..., chocolate y más chocolate de todos los tamaños, formas y sabores. Una auténtica pesadilla.

Nada más levantarse fue como una flecha a la nevera, no encontró lo que buscaba, registró uno por uno todos los cajones y armarios, las alacenas, los rincones, y nada, no había ni rastro de chocolate, ni siquiera de un sucedáneo. ¡Nada!

De repente se puso a hiperventilar, a patear muebles, a arrancarse el pelo a puñados gritando, llorando... Entonces la voz volvió al ataque.

Yo miraba de reojo a la presentadora, esa que tan bien lo ha hecho al principio de esta historia, la voz seguía nombrando chocolates sin parar. Tanto es así que parecía que yo mismo estuviese loco oyendo voces en mi cerebro. Intenté taparme los oídos, cubrir mi cabeza entre las rodillas, pero no dio resultado.

Mi mujer enloquecida salió al jardín. Agarró una mesa por las patas diciendo que era una vaca violeta de Milka, le exigía chocolate con leche, estiraba de sus patas, de los picos del mantel que colgaban de ella como si de sus ubres se trataran. Aquella vaca no daba nada. Se tumbó en el suelo agotada para poco después continuar con la misma canción, cada vez con más rabia, hasta que cayó desmayada.

No pude ver más. Oí que el público se desternillaba de la risa, incluso una mujer se orinó encima y fue captada en el momento por las cámaras. De Leandra ya no supe nada; mis suegros se abalanzaron contra mí, golpeándome e insultándome. Animados por el jolgorio hubo gente que se unió a la fiesta de porrazos.

Salí en ambulancia de los estudios de televisión, perdí la apuesta con mi cuñado, y gané una demanda de divorcio y una maleta con mis enseres personales en la habitación del hospital después de 15 días en la UCI.

Sus padres me han interpuesto una demanda judicial por conducirla de forma premeditada a la locura y por los agravios sobrevenidos del escarnio público sufrido por ella y por toda su familia.

A través de conocidos y amigos he podido averiguar que mi futura ex-mujer permanece ingresada en un psiquiátrico intentando ordeñar vacas lilas. También me dijeron que los de la tele explotaron al máximo la paranoia de Leandra pues en la misma gala se vio como le tiraron una boñiga de vaca en la cara y ella se relamía de gusto al comérsela diciéndole a la mesa: ¿Ves, a qué no era tan difícil? Natillas de chocolate..., mmmmmmm ¡Riquísimas!

La cara del triunfo

Ya no pudo soportarlo por más tiempo, su voz se quebró en un aullido invisible en el espacio.

La cara de aquel cobarde, al que se le caía la baba por el esfuerzo, no la olvidará jamás, ni su cara ni muchas otras cosas más, pero esa expresión de triunfo fue lo que le heló el corazón.

Años y más años cayeron encima de aquel recuerdo amargo y por más tiempo que pasaba no perdía intensidad. El dolor se abría paso entre las llagas de su piel, que quedó para siempre mancillada y ultrajada.

Sólo tenía 11 años, y no se lo merecía, no, ni él ni nadie, pero la suerte esa tarde no estuvo de su parte.

Mosén Santos estaba de guardia. D. Álvaro, se puso repentinamente enfermo y no hubo tiempo para hacer nada más. A veces piensa que todo estaba premeditado, que su repentino malestar fue urdido por Mosén.

Ya había notado antes sus insidiosas miradas, su extraña forma de echarle las manos a los hombros para acabar acariciando el brazo entero, deteniéndose con descuido en sus pequeños y delgados dedos.

Algo de su actitud tan excesivamente cordial le impulsaba a tenerle miedo y también le inspiraba una profunda náusea hacia su persona aunque no lograba adivinar el motivo. Su condescendencia se acabó aquella tarde.

—Pablo Castro, haga el favor de pasar al finalizar las clases por mi despacho —su voz excesivamente aflautada provocó una risa mal disimulada en mi rostro—. No se reirá tanto cuando hayamos acabado eso se lo aseguro jovencito —terminó la frase en un tono lascivo que le puso el vello de punta.

Al sonar la campana su amigo Ismael le recordó que debía acudir a la cita. Él estaba más preocupado que Pablo, más que preocupado su estado era visiblemente alterado.

—No te va a gustar Pablo —le dijo con una voz casi inaudible
—¿Por qué dices eso Ismael?
Él bajó la cabeza hundiéndola en su pecho, con la cara colorada, pero no contestó nada. Al poco posó la mano en el hombro de su amigo y le dijo:—Anda será mejor que no lo hagas esperar. Luego si puedes me lo cuentas— dejando rodar una minúscula lágrima por su mejilla que se secó con la manga del jersey.

Mosén le estaba esperando, en su cara se dibujaba una sonrisa extraña, y su forma de mirarle como si lo vigilara, hizo que Pablo se ruborizase.

—Anda hijo, cierra la puerta. Esto ha de quedar entre nosotros, nadie tiene por que enterarse. ¿Me entiendes?

El muchacho cerró la puerta sosteniéndole la mirada sin contestar. Aquella arrogancia fuera de lugar le avivó el instinto a Mosén que estaba dispuesto a hacérsela pagar cara. No había mucho tiempo que perder, en menos de una hora tocarían a rosario y debía acudir con los demás padres a rezarlo.

No le hizo falta mucho más.

Pablo salió demudado por completo, arrastrando los pies, el rostro inundado de lágrimas, pero lo peor no se veía, el verdadero dolor nadie lo vería, estaba a salvo de miradas furtivas o curiosas, pero la marca a fuego nunca se le borró. La imagen de la cara de triunfo le acompañaría toda su vida.

Ismael intentó hablar con él, pero Pablo quedó mudo durante semanas.

—Pablo, te dije que no te gustaría. A mí tampoco me gusta cuando me llama, aunque últimamente parece que requiere menos de mis servicios —esta última palabra presentaba un tono revelador para ambos niños—. Lleva dos años haciéndome esas cosas, ya ni siquiera me duele, pero cuando salgo de allí me pego dos días vomitando.

—¡Calla! No sigas por favor Ismael, no quiero escuchar nada más. Además a mí no me hace nada de eso.

—Cuanto antes lo asimiles, antes lo olvidarás. Créeme Pablo, yo ya no le odio, me da pena

—A mí asco Ismael, me doy asco yo, y… —no pudo continuar, la rabia se le anudó en el estómago para acabar por cerrarle la garganta—. Juro que me vengaré de él cuando sea mayor, cuando entonces él sea un anciano y nada pueda hacer por defenderse.

—Olvídalo, es mejor. La venganza te hará más daño. Lo sé

—¿Por qué lo sabes todo?

—Por que mi hermano se suicidó hace tres años, dos años después de salir de aquí. La venganza le corroyó la vida… por favor, hazme caso.

Treinta y nueve años es ya una edad para que el olvido llegue, pero Pablo no sabe que significa esa palabra. Deambula por las calles oscuras, con la cara semicubierta por la oscuridad. En su rostro no se define sentimiento alguno, tiene cara de repoker, y la seguridad de llevar todos los ases de la baraja en la manga.

Son muchos años de experiencia. Nada escapa a su mirada escrutadora. Antes gustaba pasear por los alrededores del patio del colegio de los padres escolapios, donde Mosén…

Lejos de llevar a cabo su venganza, entre otros motivos por que Mosén murió antes de que él hubiese podido hacerle nada de unas extrañas fiebres, Pablo se dedica a recoger niños de las calles. Algunos de ellos son golfillos, otros niños huérfanos y abandonados, de esos que están en todas las grandes ciudades pero que nadie conoce.

Muchas son las noches en que ese grito desgarrador se reproduce y esa cara de triunfo se dibuja a altas horas de la madrugada, y cuando eso sucede Pablo mira hacia el cielo y dice:

—Gracias Mosén, por enseñarme la cara del triunfo.





¿Deseo conseguido?

Se sentía sola, sentada en el sofá, frente a un televisor que emitía para una audiencia ausente.

Las cazuelas mientras tanto, en el fregadero esperaban pacientes cargadas con las sobras de la batalla diaria, encima de ellas los platos suplicando por unas manos bondadosas que los mondase sin ser estallados.

El polvo hacinado en el mueble del comedor se declaraba ciudadano de pleno derecho en aquella olvidada estancia.

Sin embargo ella ajena a todo seguía sentada, con su pelo enmarañado y la mirada perdida en un techo de un blanco viejo. Estudiaba sin mucho interés las grietas que iban dejando las viguetas del armazón al moverse con el paso del tiempo, eran como las arrugas de su cara, se decía a sí misma, que de pronto se hicieron visibles y palpables.

En su cabeza: una caos, en sus manos: los temblores, y en su pies... Sus pies hinchados, necesitados de unos buenos baños de agua fría, permanecían desparramados, apéndices en su tiempo útiles ahora inservibles por completo.

Fuera, en la calle, la lluvia golpeaba indolente, pero sin ganas, como obligada, todo aquello que se encontraba a su paso. Cuando el ángulo de su mirada incidió sobre los cristales, se anegó de lluvia que se deslizaba por un rostro ajado y gris, el suyo.

Comparábase con un mueble, sí, un mueble más que respiraba por la fuerza de la costumbre. Un mueble que ansiaba ser arrojado por una ventana y al impactar contra el suelo estallar en mil y una astilla. Se autocalificaba de enser desprovisto de voluntad, carcomido y desahuciado, que por el capricho de otro, un hacedor de la salud y controlador de la muerte, debía seguir aguantando una vela que carecía de llama, de luz y de mecha para reavivarlas.

Cada noche, cada mañana, todos los días, todas las horas, contaba los minutos de otras vidas atadas a la suya, perdidos durante 12 años.

12 INTERMINABLES AÑOS POSTRADA EN UNA SILLA DE RUEDAS.

Sentada, cansada de estar sentada, se le vino a la memoria Julio, de anchas y rizadas orejas negras, sus graciosos zapatitos blancos, el lunar de su mejilla y el hocico húmedo y blando. Ya no estaba allí con ella, su hija se lo llevó a la perrera municipal aduciendo que para qué lo quería si no podía hacerse cargo de él, ni sacarlo a pasear, que sólo sería un estorbo y ya bastante tenían encima.

Intentaba suponer que esas eran razones de peso, por lo echaba tanto de menos...

Al hilo de estos recuerdos, entre felices y amargos, se veía a ella, sola en la vida, a su única hija presa de su enfermedad y la muerte que no quería llegar. Se recordaba con nombre y apellidos: Elena Romero Casales; madre soltera, autónoma, luchando contra una sociedad que la rechazaba en esos años duros y pasados. Aparecía en su imaginación apretando los dientes, erguida, un poco echada hacia delante, presentando batalla a la vida, sabiéndose sin apoyos, escondiendo o desterrando sus miedos, dudas y debilidades, empujándola para poder hacerse un hueco.

No dejaba de ser irónico, ella antes empujaba a la vida y ahora a ella para moverla tenía que hacerlo a fuerza de empujones. Ir al aseo se había convertido en un suplicio mayúsculo para ambas, madre e hija, hasta que buscaron ayuda.

Después vinieron las sondas (a Dios gracias decía suspirando),peor llevaba lo de tener que usar pañales para evitar cagarse por todo. Pero lo verdaderamente insoportable era la cara de asco de Rosa, su asistenta personal, aunque ésta lo hacía con todo el amor del mundo, y muchísimo cuidado, no podía reprimir gestos de desagrado y pudor.

Cuando pensaba en Rosa se sentía culpable por esperar la muerte con tanto ahínco, pues gracias a su inoportuna desgracia ella podía mantener a su única hija y hacer frente a los pagos y gastos para poder vivir y salir adelante.

A veces sentía que Rosa era la esperanza, su esperanza. una mujer sola y valiente en estos tiempos difíciles, comparables en muchos aspectos a los suyos... Una mujer que sabía poner una sonrisa a la pena, una frase amable a la agonía, un gesto dulce y cariñoso a los despechos sufridos, siempre con palabras de aliento fresco en su boca.

Y aunque así fuera, aunque sólo por ella todo valía la pena, ella no podía ni quería prolongar por más tiempo su angustiosa y solitaria existencia. Sin embargo, y por esto mismo, tampoco podía pedirle que la ayudase. Tendría que convencer a su hija...

Lo que nunca supo es que Raquel, su única hija lo tenía todo planeado, sólo tuvo que esperar dos semanas más.





Frío tronco o Tronco frío

Solo, intensamente solo, insufriblemente solo.
Nada lo rodea en medio de ese páramo triste y desolado.
Ninguna forma de vida se puede adivinar en el horizonte.

Sólo ese instante previo a la ingravidez, a la invisibilidad, se hace patente en su interior lóbrego y leñoso, en el que tanto años, como épocas, etapas y todas esas cosas que ocurren de forma extraordinaria durante una vida dejaron su impronta irrepetiblemente circular.

Tiempo atrás fue el orgullo de un inmenso bosque, frondoso y salvaje, como él mismo.

Para los humanos, llegó a rodearse de un halo misterioso que a su vez ejerció de protección; alguna vez la casualidad les llevó a descansar recostados contra su pié robusto y bien anclado, aunque jamás pudieron volver a encontrarlo. Algunos juraban y perjuraban haberlo visto, tocado, e incluso haber dormido al amparo de él, pero por más que intentaban hallarlo no lo conseguían. Los más lanzados se aventuraron a adentrarse en el bosque perdiéndose para siempre, dando lugar así a una antigua leyenda que pasó de boca en boca, de abuelos a nietos durante varias generaciones. Era una de las historias preferidas por los niños cuando en las frías noches de invierno se sentaban ante la chimenea del hogar junto a sus mayores.

Desconocedor de estas cosas, ahora él se siente terriblemente vulnerable. Ha quedado en pié, lo único que permanece de todo ese mundo real-fantástico que anidaba en la mente de esas pequeñas mentes inquietas. Sí, ha quedado en pié, rodeado de ceniza, a la vista de cualquiera. Piensa que debería permanecer orgulloso pero… ¿ante quién?... No queda nada, ni nadie. Sólo Soledad, esa señora vestida de gris sin matices le acompaña, lo abraza, lo protege y lo mata.

Por absurdo que parezca, le gustaría volver a sentir cómo disfrutaban de su tacto húmedo y musgoso, lo evoca quejosamente; recuerda la luz del sol que jamás alcanzó la tierra que cubría sus raíces, añoró el tacto cálido que lentamente con paciencia y día a día templaba su corazón ya muerto.

Todo a su alrededor es frío, no hay nada más que frío y cenizas.

El fuego asesino arrasó con furia todo lo que encontró a su paso. Él lo veía acercarse, poco a poco lamiendo las hierbas, con aire perezoso… Recordó ese momento, en el que creyó que nada podría contra él, fueron muchos los incendios y los sucesos adversos que a lo largo de su existencia había logrado superar para poco después reponerse..., mas cuando llegó al pié de su tronco, sintió como nunca antes el fuego cerraba sus fauces en él, mordiendo con saña, abrasando su corteza primero para internarse en su tronco varias veces centenario.

Sólo un milagro, tan sólo algo milagroso pudo hacer que no cayera a tierra tras la deflagración tan intensa a la que se vio sometido.

Solo, intensamente solo, insufriblemente solo, en medio de aquel páramo helado, recibió aquel sublime tronco el frío de la muerte abrasadora.

Otro texto que no tuvo nada que hacer en un concurso

-Sólo una cosa, señorita. La radio déjela encendida mientras me quede un soplo de vida – me lo dijo como una súplica.

-No puedo hacerlo, crea interferencias con los demás aparatos. Sólo serán unos días, se lo prometo.

-Usted no lo entiende, deje la radio y llévese sus aparatejos.

No pude convencerlo de ninguna de las maneras posibles. Esperé a que se quedara dormido, para quitársela.

No fue difícil, no se enteró. La radio estaba apagada, pero mantenía las luces encendidas y el dial daba vueltas, era una radio de bolsillo de las de hace mil años. No funcionaba. Sonreí para mis adentros, cuando en realidad experimentaba una profunda lástima.

-No se ría señorita -dijo una anciana que se encontraba en la puerta-. Él ya no me conoce pero recuerda mi voz y la busca incansablemente en la radio. Busca la voz de cuando éramos jóvenes, la que se perdió en el paso del tiempo, la que no volverá, pero a veces en su enfermedad logra sintonizar con ella y sonríe. Su cara se ilumina, y entonces es cuando piensa que ya puede morir en paz, por que mi voz lo acompañará al viaje del más allá.

Aquella confesión que venía de una persona tan menuda como angelical me dejó pensativa.

-Hágale caso, deje la radio donde estaba- me instó cariñosamente.

-¿Usted trabajó en la radio?

-¡Oh, no! Es mucho más sencillo que todo eso. Yo fui su mujer hasta que su memoria me anuló. Por las noches él se quedaba profundamente dormido escuchando la radio, y yo me acurrucaba en su oído y le contaba historias de amor, de nuestro amor. Por eso, él me busca, en su cabeza solo ha quedado la voz que le contaba historias y que lo enamoraba noche tras noche.

-¿Y él nunca se enteró de que era usted la que le hablaba?

-Nunca me dijo nada ni yo a él. Su secreto y el mío quedaron siempre bien guardados.

Mujer (con mayúsculas)

y en su fuego se quemó, en el crepitar de las hojas, en el lamer incesante de las llamas, ella consiguió entender por fin que era una mujer, que iba a ser siempre una mujer... y quiso llorar, maldecir, destruirse y marcharse para siempre de aquella casa.



No supo darse cuenta de que era el alma de la casa, de que la vida de esas cuatro paredes era su risa, o su llanto, o el trueno de su voz enfurecida o el son de su canto entregado en la faena de cada día.



No sabe que ella lo es todo en ese hogar, que si se va, ya nada tendrá sentido, no sabe que no va a encontrar nada en la calle que le de respiro, no entiende que la vida no es sólo la queja muda de la soledad, la vida es buena y mala, los vivos son buenos y malos y ella, ella sólo es una mujer.



Sí, ella se cree una hembra, paridora de la especie humana, sierva del género masculino, esclava de sus propios yugos.



Mujer, levántate, yérguete, mira hacia delante y escucha a tu corazón, no eres menos que nadie, ni más tampoco, no eres un trozo de carne, tienes sentimientos, tienes cerebro,



Mujer, quítate la venda, piensa y actúa, sufre y llora, pero de frente, siempre de frente y con la cabeza bien alta, que nadie ni nada te la agache, por que eres mujer, y sobre todo PERSONA.



No llores, no sucumbas ante tu realidad, explótala, seca tus lágrimas, cierra tus puños y echa a correr hacia el futuro, allí habrá otras mujeres y otros hombres, que te escucharan que te entenderán.



No pernitas mujer que te roben los sueños, no supliques por tus logros, no te avergüences de tus errores no te escondas de tu condición, acelera el paso y grita bien fuerte: SOY MUJER.



No envidies a la que no trabaja si tú trabajas, ni a la que trabaja si tú no lo haces, la mujer, y el hombre; LAS PERSONAS, todas son útiles, todas son necesarias, todas son iguales.



Criar a los hijos no es una desdicha, asumir su educación no es un castigo, mantener un mínimo de limpieza en tu hogar no es servidumbre, no equivoques los términos, no seas una victima, tú tienes tu papel en esta sociedad, quizá el más importante, ayudar a conocer y valorar el mundo a los jóvenes.



Si trabajas, y no puedes con todo, no te deprimas, busca soluciones, busca ayuda y sobre todo pídela, no te quedes con la queja en la boca y las manos vacías, elige tu rumbo y se consecuente, y sobre todo se MUJER.



NADIE ES MEJOR QUE NADIE, NINGUN HOMBRE ES MAS QUE CUALQUIER MUJER, Y NINGUNA MUJER ESTA POR DEBAJO DE ÉL, PERO TAMPOCO POR ENCIMA, LAS PERSONAS SOMOS TODAS, SEAMOS DEL GÉNERO QUE SEAMOS, IGUALES.

23 años después...

Me di la vuelta sin mirar y ahí... me lo tragué. No le vi la cara. La mía se estampó directamente contra su pecho. Era bastante alto. Mi nariz aplastada contra su esternón, los ojos literalmente pegados a su jersey de Lacoste, nunca me gustaron los lagartos verdes, y de esta forma aún menos, incrustado como estaba en mi ojo izquierdo.



Me cogió la cabeza como si de un melón se tratara, con seguridad entre las dos manos, estuve a punto de pensar ahora me dará toques en las mejillas para ver si estoy madura como una sandía o igual me la sopesa para ver si soy un buen melón.



Pero no, me giró la mandíbula hacia arriba suavemente obligándome así a ver su rostro.



-¡¡¡¿¿¿Tú???!!!



Nada más pude decir, me quedé sin palabras. A él le pasó lo mismo, pues no dijo ni esta boca es mía.



-Pero... ¿de dónde sales?



-Yo diría hola, tú no sé –me sonrió con franqueza. Muy a mi pesar él se repuso antes que yo del shokc (o como se escriba).



-¡Coño!- dije.



(Sí, ya sé que no es la mejor forma de saludar ni de empezar una conversación pero no me salía nada mejor... ni peor)



-Veo que no has cambiado nada –volvió a sonreír.



(Si hay algo que me saca de mis casillas es un tío con cara de bobalicón sonriéndome a la cara como si yo fuese gilipollas... Bueno, está bien he de reconocer que algo de idiota sí que tenía en esa situaciçon, pero... Es lo que hay)



-Bueno, tampoco te pases. He ganado unos kilitos y tengo unas cuantas arrugas más.



-Eso no es lo importante. No has cambiado de forma de ser. Eres igual que cuando tenías 18 años.



-Bueno, sí y no, sigo siendo igual de mula pero hay cosas que han cambiado mucho. Los años, ya sabes... No perdonan, ¡y los kilos tampoco!



Jaime soltó una risotada que se oyó a tres kilómetros a la redonda. Definitivamente algo me decía que era verdad, no había cambiado apenas nada. La gente se seguía riendo de mí tan felizmente y yo nunca entendía por qué.



-Cuéntame algo mujer. Llevo mas de 23 años sin verte.



-¿Cómo eres capaz de acordarte de la fecha?



-¿Acaso tú no?



-Bueno tú ya sabes que mi memoria es como la de los elefantes, nunca olvidan las cosas importantes.



-¿Te das cuenta?, sólo pasamos unas horas juntos y... No hemos sido capaces de olvidarnos.



Me tuve que morder la lengua por que me conocía lo suficiente como para saber que iba a soltar cualquier cosa impropia de la circunstancia en que me hallaba.



-Ahora que lo pienso, si que has cambiado, has sido capaz de retener un pensamiento absurdo, por imposible que me parezca.



-Oye tú, que unas horas conmigo no creo que den para conocerme tan bien. ¡Eh! Que...



Su mirada insistente y su carita de no haber roto un plato y esa sonrisa que me desarmó me volvieron a ganar la partida. ( Y yo que pensaba que era una chica dura)



-Vale, sí. Tienes razón.



Ahora su risa fue espontánea y me abrazó como un oso. (Joder ya no me acordaba de que un abrazo de él era como una manta de cama extragrande)



-Te voy a decir algo que igual no te gusta –se puso serio de repente-. Todas las noches durante todos estos años no he dejado de acordarme de ti. Ni una sola.



Enrojecí como un tomate expuesto al fuego de un soplete. Me puse las manos en la cara, no por vergüenza, más bien por que temía que saliese humo por ella. Me ardía.



-Es curioso, nunca te había visto enrojecer. ¿Debo pensar que he dado en el clavo? A ti te ha pasado lo mismo que a mí ¿verdad?



(Joder con el tío, no llevábamos ni cinco minutos juntos y ya me estaba poniendo contra la espada. ¡Cómo odio a los cabrones de pijos que van de sabelotodos, pero eso no es lo que más me jodía, no, lo que más me molestaba era tener que darle la razón, por que para colmo era verdad... yo tampoco había dejado de recordarlo)



-Hombre, no te voy a negar que alguna vez que otra si que me he acordado de ti –lo dije mirándolo a los ojos. Craso error. Volví a ver el mar en ellos, volvía a sentir que me arrastraban al abismo. Los cerré y me los tapé.



-¡Oh! Veo que no es el mejor momento para hablar de esto. Está bien. Ven, te invito a tomar una copa, y hablamos más tranquilamente.



-Pero...



-¿Te esperan? –me interrogó como con miedo.



-No, no. Tranquilo. Podemos ir.



Pasó su brazo derecho sobre mis hombros y me llevó. Yo me dejé llevar. En realidad no había nada que me apeteciese más que estar con él. Pero no se lo iba a poner tan fácil. Esta vez, no.



Un humeante café se metió dentro de mi nariz, dejando paso a la tranquilidad de su mirada.



-¿Qué has hecho todos estos años?



-Me casé.



-Lo sé. Me enteré al poco de volver de la mili. Un amigo... Javi, me lo dijo.



-¡Ah! –estaba a punto de sentirme culpable cuando recordé que nada se pudo hacer-. ¿Y tú que hiciste? –le pregunté por callar mis cosas. De momento prefería que fuese él el que llevase la conversación.



-Intenté buscarte, llamé a tu primo varias veces, pero me dijo que no sabía nada de ti.



-Es mentira. Bueno no sé si era mentira o no. Nos peleamos por asuntos de familia. Ya sabes... El trabajo. Sus padres, los míos... Cosas que pasan.



-Ya.



-¿Y después? –Sabía que me estaba metiendo en terreno peligroso, pero quería oírlo, aunque sólo fuese una vez. Aunque no lo volviese a ver nunca más o...



-¿Después?... –dudó-. Después me volví a enrolar en la Armada. Nada me retenía en tierra. El mar era mi vida, nuestra vida... ¿recuerdas?



Los ojos se me humedecieron de repente. No quería llorar, pero... (Cómo podría pensar que lo podía olvidar. Era imposible. Nos conocimos una tarde a orillas del mar y fue como una visión)



-Sí, sí que lo recuerdas. Siempre he tenido miedo de verte, conocerte y que tú no te acordaras de mí. Unas pocas horas y te convertiste en la única mujer de mi corazón. He tenido otras. He llegado a más que contigo, pero ninguna me llenó como tú.



-Es que yo soy especial –dije queriendo sacar hierro-. Para ser como yo hay que estar muy loca.



-Al final te casaste con tu novio de toda la vida,¿no?



(¡¡¡Dios!!!, y qué otra cosa podía hacer. Él desapareció, se iba a la mili en 15 días y a mi novio le faltaban 5 meses para acabar el servicio militar).



-Sí, no tuve ningún otro que perdiera la cabeza por mí – y me encogí de hombros a la vez que lo decía alzando mis cejas-. Si es que entre pobre, fea y con mal genio, ya me dirás, Y gracias.



-Eres incorregible. Sé de muchos que se hubiesen dejado cortar en pedacitos por ti. Uno lo tienes delante de ti ahora mismo.



-¡Ala!, Ya será menos.



-En serio. Te lo digo muy en serio. ¿Sigues casada?



-Sí, es una mala costumbre que tengo, cuando hago una cosa es hasta el final y ya sabes cuando te casas es hasta que la muerte te separe.



-Vaya, pues tendré que agenciarme algún matón para dejarte viuda.



-No estaría mal, pero no creo que te gustase tener que pagar mis deudas y criar a unos hijos que no son tuyos. No sé. ¡Eh! Que eso... lo que tú quieras- dije sonriéndole.



-No me importaría en absoluto, si con eso consigo vivir lo que me queda a tu lado.



-Sí, eso dices ahora, pero ten en cuenta que las cosas no son tan sencillas, y además yo no sé si a mí me apetecería vivir contigo o sola o yo que sé. Él es mi marido y a mi manera lo quiero. Respeta eso.



Jaime se quedó sin sonrisa, sus ojos se llenaron de olas embravecidas que por la fuerza en que llegaban al espigón se desbordaban cara abajo.



Yo me sentía mal, nunca lo había podido olvidar, nunca me permití dormirme sin un deseo de felicidad para él. Sus ojos me acompañaron en las noches negras de peleas matrimoniales, y su calma me acunaba para sosegarme y dormirme como una nana. Fueron escasas horas en las que empezamos sin darnos cuenta a cogernos de la mano y pasear por la orilla del mediterráneo, Fueron momentos inolvidables sentir su fuego golpeando su pecho, traspasarlo para instalarse en mi alma libre.



Un simple beso, sin más, provocó la mejor de las reacciones químicas del universo, la del deseo y el amor. Una noche de carnavales que coincidía en el mismo fin de semana con el 14 de febrero, como esta de 2010, y el destino volvió a unirnos en un paisaje de montaña siendo siervos el uno del otro irremediablemente para toda la vida. Pero como entonces otro hombre se interponía, el mismo.



Y la despedida se preveía tan angustiosa como la primera, donde nos buscamos insaciablemente y no pudimos encontrarnos.



Pido al cielo que el destino quiera unirnos dentro de otros 23 años y que por ser la tercera vez, nos deje vivir lo que nos quede juntos.





Carta de amor

BUENO ESTA CARTA LA HE PRESENTADO A UN CONCURSO QUE NO HE GANADO, JEJJEE, COMO ERA DE ESPERAR..., ES QUE... ES LO QUE TIENE SER UNA TOTAL ATEA EN CUESTIONES DE AMOR, Y OTRA DE LAS RAZONES ES QUE NO HE UTILIZADO EL TÚ SI NO EL TRATAMIENTO MAJESTATICO, JAJAJAAJA, ES QUE DE DONDE NO HAY NO SE PUEDE SACAR




AHÍ OS VA, (MENOS MAL QUE AUN NOS QUEDA LIBRE EL DON DE LA RISA, Y LO MEJOR QUE AQUÍ POR LO MENOS ES GRATIS)







CARTA DE AMOR



Mi más que apreciado señor Eduardo:

Ahora que todo pasó y ya nada nos une, debo confesarle que nadie como Ud., ha hollado con tanta fuerza en mi corazón.

El recuerdo me dañará tantos años como logre vivir, y su ausencia será para mí el castigo por soñar.

Los silencios se pegan en mi garganta y acallan su nombre. No puedo dejar que la desolación haga presa de mí, debo intentar que el olvido anide en mi cabeza y en mi pecho para que el dolor se haga cada vez un poco menos funesto, y un poco menos angustioso.

Sí, eso es, la angustia de no poderlo tener próximo a mí, de saberlo envuelto por los brazos de otra mujer, atado a los besos de otra dama, aunque no lo sea, pues la buena educación ha de primar sobre todo, eso, eso y no otra cosa es lo que me está matando por dentro.

Imagino que Ud., mi señor del alma, gozará hasta el infinito de los placeres de ese dulce licor que emborracha los sentidos, y que gustaría de dejar en el pasado mi nombre y apellidos.

Por otra parte, como sin duda sabrá yo me hubiese dejado segar la vida por agradarlo y servirle, aunque eso no haya sido nunca suficiente para calmar la sed de deseo infernal que le posee en estos momentos.

No quisiese caer en el apostolado, de mi señor Dios, pero no dudo de que por su actuación frívola y desmedida será condenado por los siglos de los siglos a quemarse en el infierno, y bien a mi pesar, que le lloraré y rezaré por su alma hasta que no me quede una gota de saliva ni un sacramento de aire.

Saberlo vivo y feliz, antes bien de ser un consuelo para mí, es un tormento espantoso y cruel pues el sólo hecho de pensar que cualquier día de los que acontece en mi devenir diario podrían cruzarse nuestros caminos es la peor de las condenas que me podrían infligir en vida.

No soportaría el escarnio público de sonrojarme al apreciar esa mirada negra y furtiva que roba las engalanadas prendas que guardan el deseo femenino, esa arrogancia en su vestir y andar, esa altanería en sus modales y esa sonrisa que promete cielos claros y que sólo provoca tempestades.

Y si tuviera el cielo a bien, que digo a bien, a mal y peor que mal, el mostrármelo en compañía de una potranca joven y garbosa, Dios no lo quiera nunca, me mataría al instante clavándome la daga hiriente de los celos y desamores.

Por eso me atrevo a pedirle o a suplicarle aún si fuese necesario, de rodillas, que no aventure a poner sus pies cerca de mi casa, que evite en lo que pueda ser visto por estos ojos que no hacen otra cosa que morir en lágrimas de lava hirviente que queman todo lo que encuentran a su paso. Y que si algún día recibiese una misiva distinta de esta pidiéndole lo contrario que la queme sin miramientos y recuerde esta primera que le envío punto por punto.

Si aconteciese que me diese muerte, no se sienta Ud. culpable mi muy bien amado Eduardo, antes bien, ríase y festéjelo, pues sólo la locura que me posee desde que uní mis manos a las suyas será la culpable de tan tamaña felonía.

Me despido de usted con la sana intención de no molestarlo más, y ruégole encarecidamente que saque al olvido de su casa y me lo mande como única carta de respuesta.

Agradecida por su tiempo robado se despide cariñosamente Claudia De las Chinches.

Por Haití, desde Haití

Soy una niña pobre, bueno antes también era pobre, pero ahora soy lo que mi madre decía miserablemente pobre. Antes tenía una casita muy humilde en Puerto Príncipe, una enorme ciudad de mi país: Haití.


Ahora ya no tengo casita, ni mamá, ni hermanos. Mi mamá siempre me decía que éramos afortunados. Mi hermano había conseguido un puesto de trabajo en el centro, mis otros hermanos no trabajaban, mi papá tampoco trabajaba, nunca lo vi levantarse temprano para ir a ganar dinero. Él se pasaba los días limpiando su arma, la limpiaba con tal esmero que relucía, y la llamaba “el pan de sus hijos”.


Enfrente de nosotros estaba la casa de mi vecina, una señora muy amable que siempre me invitaba a merendar con su hija, ella sólo tenía 4 hijos, tres de ellos eran mayores y trabajaban fuera en el campo. Su hijita y yo éramos amigas. Ahora ya no me invita.


Su casa tembló menos que la mía, pero está rota también, la mía es una montaña de piedras, mis hermanos pequeños están aún allí, debajo, lo sé. A mi mamá la sacaron hace dos días, cubierta de polvo y olía muy mal.


Ella, mi vecina sabe que tengo hambre, tiene comida, y yo no. Sus hijos la traen de esos señores vestidos de verde tan altos y fuertes, pero a mí no me dan nada, no me ven, y cuando consigo algo me lo quitan los niños mayores. Mi amiga escucha desde su acera mis tripas rugir pero no me llama y si me acerco me tira piedras de las de su casa.


Me he quedado también sin amigos. Yo iba a un colegio, y el día que se quebró yo estaba enferma, allí dice la gente que están muchos de mis amigos del cole, que están jugando al escondite para que nadie los vea. Yo voy a veces y los llamo, pero no me responden, unos señores con perros me apartan a empujones, me dicen que ese no es un lugar para niños, y ... si la escuela ya no es un lugar para niños... ¿Cuál lo es?


En mi barrio había tiendas muy bonitas donde se vendían muchas chucherías y bollos, desde que la tierra se hundió ya nadie compra, todos entran corriendo y sacan a manos llenas sin dinero, yo no entro, me da miedo, ¿y si me pisan y me hacen daño, qué?. No , yo me quedo mirando desde lejos. Ahora la gente pega para comer, no espera, es mala. Antes muchos teníamos hambre y alguna vez, cuando teníamos algo de dinero comprábamos para todos, o si nos traían comida buena nos la comíamos en la calle entre todos, ahora si te acercas son capaces de asesinarte. Tienen miedo y rabia en sus ojos, no son más pobres pero sí peores.


Mi papá siempre decía que nuestro pueblo estaba condenado a vivir de los turistas, y ahora lo entiendo, los turistas, esas personas de piel clara, y ropas buenas, nos traen alimentos para cocinar, nos traen agua, medicinas, nos curan por la calle, corren por nosotros, y alguna vez si me acerco lo suficiente me dan de comer.


En la ciudad había muchas luces y ruido, ahora también las hay muy ruidosas, por todas partes, te persiguen día y noche, como las de los coches de policía que venían a buscar a mi papá y a sus amigos. Mamá decía que la policía siempre estaba en contra de los más desfavorecidos, pero no es verdad, ellos me ayudan, un día de estos van a venir a buscarme para llevarme a un sitio donde viven muchos niños como yo pobres y sin familia, me lo han dicho y yo les creo.


Me hablan en muchos idiomas, yo sólo entiendo tan apenas el francés, me han dicho que me van a llevar a una casa muy bonita, pero que está muy lejos y que para llegar hay que ir en avión muchas horas, tantas como horas tiene una noche.


Yo ya no duermo, por que tengo miedo, la gente me vigila, creo que quieren hacerme daño, voy a la cama de mi mamá, para que nadie me encuentre. Su cama está debajo de las piedras, y se entra por un agujero muy pequeño, allí hay mucho polvo, pero se está bien, a veces las piedras grandes hacen ruido y parece que se vayan a mover, pero nunca pasa nada y es mejor que estar en la calle.


No me han engañado, los oigo entrar, me están llamando... Salgo del agujero. Tengo miedo, me tiemblan las piernas, el corazón lo tengo acelerado, parece que quiere saltarse por la camiseta, por cualquiera de los agujeros que tiene a la altura del pecho.


La verdad es que no quiero irme de mi casa, de mi ciudad, ¿y si mis hermanos o mis amigos del colegio salen de las piedras y no me ven o se enteran de que los he dejado abandonados? No debo irme, yo quiero que sepan que estuve allí esperándolos, y quiero verlos y abrazarlos y regañarlos, sobre todo regañarlos por haber tardado tanto en salir.


Pero..., me voy con ellos. Me han prometido que volveré, me han regalado un vestido y unos zapatos nuevos. He comido, creo que nunca comí así, estoy contenta, pero...¡tan triste! Me voy, sí, aunque sé que esta vez son los turistas los que me están engañando.

Pudiera...

Pudiera haber nacido en otro lugar , en otro país o en otro planeta


pudiera haber tenido otro nombre, otros padres, otra familia,

pudiera haber sido un hombre, una hierba, un animal o puro estiércol

Pero soy lo que soy: un conjunto de todos en una nada aparente.



Pudiera haber poseido dinero, joyas, o bienes inmuebles

Pudiera haber sido astronauta, ingeniero o minero

Pudiera haber elegido mi camino, mi bandera u otra estrella

Pero soy una triste y pobre mortal sin poderes ni ciencia.



Pudiera haber lanzado libros, cuadros o encajes de bolillos

pudiera haber creado sueños en paleles mojados

pudiera haber tenido otra vida o no haber nacido o ser un muerto

Pero soy curranta de poca fe y menos cuento.



Mas si no hay otra como yo...¿de qué me quejo?

El brindis

El dolor se ha hecho tan grande, que ningún nacimiento puede paliarlo. El alcohol mi único amigo fiel. Las ausencias llenan de incertidumbre mi copa. Tenemos que brindar, y no se me ocurre nada por lo que hacerlo. Segundos se hacen horas, y sueños incrustaciones en la piel. Las palabras no salen, todos esperan, En el ambiente se palpa la impaciencia, en el hueco donde un día albergué un corazón un fuego renace pero no logra cauterizar las heridas; las miradas, los oídos, todos pendientes de mi boca. De repente: "brindo por que se estalle mi copa, y nunca más vuelva a beber".

Navidad Fantasma

Este post va dedicado a todos aquellos que no han estado, no han podido estar y no volverán a estar conmigo en Navidad.



Navidad, día entrañable, familiar, enormemente nostálgico también. Sí, un día lleno de copas, de amor, fraternidad, risas, humor, cavas, promesas, abrazos, risas, y por extraño que parezca, un día tenebroso en el que los fantasmas, nuestros fantasmas brindan con nosotros.



Fantasmas que durante el día dejan que todo vaya bien, pero cuando llega la noche y te quedas sólo, acuden a recordarte que un día estuvieron contigo, que incluso hubo un día en que los amaste, y compartiste tus sueños más ocultos, pero ya no, o no es posible, o es mejor que no lo sea.



Y a pesar de ello, ahora mismo me gustaría tenerlos frente a frente y decirles "te quiero", sólo eso, sentir sus manos entre las mías, contagiarlos de mi alegría, de mi borrachera fingida, de mis ganas de vivir, pero ya no es posible…, y tan ebria como estoy, y tan contenta como me he sentido, ahora mis manos escriben penas, escriben recuerdos, besos pasados, amores imposibles, sueños que no se hacen realidad.



Sí, debo confesar que me gustaría infinitamente en un día como hoy que el reino de "nunca jamás" existiese y que me abriese sus puertas, y me dejase soñar la irrealidad como algo bello, natural, real, pero no existe, igual que nunca llegó a nacer ningún dios, igual que siempre, igual que todos los días de mi existencia, donde digo constantemente "Hola y Adiós", y cada hola me hace feliz y cada adiós me destroza.



La navidad y su espíritu ya no me convencen, ya no espero ni a Papa Noel ni a los Reyes Magos, ni siquiera al Gordo de la Lotería, sólo espero pacientemente mi final, no tener más despedidas, ni más pérdidas, ni más personas que recordar que me hagan sentir tanto dolor que ya no cabe en mi cuerpo.



Recuerdo a mis amigos, a los de verdad, a los que he sentido, tocado, y hablado, recuerdo a los virtuales que no por lejanos se me hace más llevadera su ausencia. Recuerdo a aquellos hombres que amé en esta vida, que rechacé y me rechazaron, que me hicieron tan feliz como desdichada,



Te recuerdo a ti, el único que me robó el corazón, que se lo llevó consigo y me dejó sin emociones, a ti, al que yo hubiera amado sin condiciones, y amaría sin duda hoy, de no haberme convertido en una persona desposeída de órganos para amar.



Eres un recuerdo agridulce, amargo y sencillo, doloroso y sensitivo, pero sólo eres eso, ya no puedes herirme, no soy capaz de sentir nada, mi corazón se fue de mí, te lo di, y contigo se quedó, espero que lo mantengas vivo, pues yo a pesar de todo lo que disfruto, vivo, y quiero, estoy muerta, muerta y destruida, imposibilitada para los sentimientos nobles o todo lo contrario, Mi recuerdo ahora es para ti, por que te amé, por que se necesita amar y yo ya no puedo, por que soñar es más duro que vivir, por que vivir es infinitamente más trabajoso que morir, por que la muerte no me quiso, aunque la busqué, por que es Navidad, y es tan mentirosa y aduladora como tú.



Y aunque pareciese que tan sólo tú pudieses herirme, no es así, me hieren las balas que tiran a dar, y que me dan, me duelen tantas cosas que ya no tengo nada por lo que brindar, nada que desear, por que me he convertido en un cúmulo de miserias, que pagaría gota a gota con mi sangre para poderlas revivir un instante.



Es posible que la Navidad acerque a las personas, pero yo no debo de entrar en este grupo, busco la soledad en una botella de burbujas alcoholizadas, y que si bien al principio refrescan mi sed, al final me la acaban produciendo con insistencia. Así como todas vuestras ausencias son esas copas llenas que poco a poco se vacían, así, yo soy algo lleno de nada, ebria de ilusiones vanas, soñadora de recuerdos que pugnan por arrebatarme la vida

Son tantos ya…, los que me faltan, los que me aniquilan, los que están tan lejos que ni siquiera mi memoria los salva, son tantos, que de nada me sirve estar viva.

y que cuando me quiera morir...

...que no me manden flores


...que no mienten mi nombre

...que echarme tierra perdonen

...que me dejen en foso firme.



...que no vengan a llorarme

...que revienten sus venas

...que les aguijoneen sus palabras

...como pincharon mis ilusiones



...que despierten al alba sudorosos

...que sus sueños sepan a hiel

...que se sequen sus lenguas

...que estallen sus razones.




...que no se acuerden de mí.

Pues vaya!!! Siempre la misma mierda, siempre la misma peña!!!

Y que si quieres arroz Catalina, que si están por darte por el culo te darán y no habrá manera de zafarse de ello.



Que luchas por un ideal por una ilusión, da igual, si no les interesa, no tienen valor, sólo aquello que esté en sus manos y sea manipulado por ellas será substancioso y por ende bueno, aunque no tiene por que ser bonito ni barato.



Los complejos del hombre acaban pagándolos el arte, las letras, el desarrollo de la mente, la cultura y la persona. Sí, no es cualquier gilipollez la que aquí escribo. Estamos hartos de ver como el mundo se dirige por mentes obtusas carentes de sensibilidad, equidad, solidaridad y altruismo, y repletas de todo lo contrario, y a pesar de que somos conscientes de ello, no levantamos un dedo para cambiar la situación, y cuando lo levantas lo haces de forma tan marginal que te escupen a la cara como si de un urinario te trataras.



y al final todo es siempre la misma mierda y la misma gente, y las salidas se hacen gateras de bebés felinos, y las entradas son cuevas enormes tan negras como el alma de los que nos dirigen.



Política barata, y mucha demagogia sin sentido para decirnos: ¡Niño, ni se te ocurra cantearte, o te aniquilo! Y lo peor no es que lo digan, es que lo hacen, y encima lo aceptamos.



Hoy ya me he cansado de escuchar, de ser la escupidera de los pudientes, hoy quiero ser yo, luchar por mis ilusiones y cagarme en todo aquel que me quiera chafar.



Hoy hago un llamamiento, Unámonos contra el aborregamiento, seamos capaces de crear y liberar nuestros fantasmas, demos un voto al arte, a la literatura y un corte de mangas a la dictadura y al caciquismo imperante en nuestros ayuntamientos y ministerio de cultura, démosnos la oportunidad de crecer como personas, de expandir y abrir nuestra mente y acercarnos a nuestros sentidos, aunque a nadie enriquezcamos más que a nosotros mismos como personas con derechos y obligaciones.



Ya no tolero más a aquel que me dice haz lo que oyeres y no lo que vieres, ya no, soy persona, con capacidad para elegir y elijo luchar por mi destino contra viento y marea, abrirme por los cuatro costado y henchirme de aire nuevo, amanecer con la mirada limpia y acabar con un sueño calmo.



Nunca más permitiré que pisoteen mis sueños, ¿y vosotros?

Pasado, presente y futuro

Perdida quedé sin rumbo al perderte en el silencio

Jamás soñé tanta luz desprendiéndose de un pecho humano.

Un haz de colores sentidos o imaginados, tuyos, míos…

Cada uno con su significado, crearon los renglones torcidos,

Maravillas sin respuesta, anidaban en tu cabeza

Y en mis manos, ya sueltas, alzaron su vuelo las gaviotas

El horizonte no dividió, nunca, para nosotros sólo acercó

El mar y la tierra, contrarios, lucharon por una alianza eterna.



—¡Corre, corre! —me gritas, y me provocas, mas no corro

No por que sea cobarde o lenta, quiero estar a tu lado,

En tu aliento, en tu despertar, en tus misteriosas repuestas.

Necesito oír tu voz, coger tus manos y prestarte mis ojos

Para que veas lo que siento cuando tu voz me llega.

—¡Tonterías! —dices con tu voz ronca— ¡Tonterías,

De niña tonta!. Con tus palabras degusto verdades psicópatas..

El horizonte tiende su puente. —¡Unámonos compañero!

El mar y la tierra, contrarios, se besan como la ola a la roca.



El futuro se andará con botas de plástico y cañas secas

Las alimañas negras rondaran nuestras esperanzas

Y como buitres se lanzaran a la desbandada, a tomar

Lo que no será suyo, si no nuestra esperanza.

Comeremos escondidos, zafándonos de las sabandijas

Izaremos la bandera pirata, y nuestras velas se hincharan

Con el viento y las buenas nuevas de la luna que ha de llegar.

Seremos hermanos, seremos amigos, seremos dos en uno

El horizonte nos esperará en la orilla del afecto

El mar y la tierra se unirán, y formarán nuestra familia.

Poema

Alumbraban los mástiles desnudos

los luceros de un cielo, que,

anunciaba tormentas,

y lágrimas.



Entre sueños, una niña, o no tanto,

su muerte pedía

por no sufrir en su cuerpo

doloroso estigma.



De ella fueron hollados

sus cuentos y sus fantasías

para convertirlos en llanto

coronado de alambres y astillas.



La vida se le iba,

y ella ahogada en carcajadas,

se decía a si misma que

la muerte era su única amiga.



Su dolor y quebranto, soñado quedó,

mas despertar fue duro, pues,

ya nunca volverían, los pájaros de los campos,

su sosiego a convertir en algarabía.



Galopando, la dama oscura

la atravesó con impúdica daga…

(a Dios gracias

su súplica fue concedida.).

Despertar... El día después

A la par de las nubes, contemplaba el misterio del cosmos, infinito parque negro, de trastos y letras, unos variopintos y otras desordenadas, daban en fin la configuración exacta de mi procedencia y también como si no, de mi eterno atardecer.




Acostumbróseme la vista a horadar allende el infinito, sobrevolando paraísos, horizontes y mesetas terrestres. Dibujóse en mi alma la canción del siétamo y la estepa, árido y espesa en espinas y dolores.



Descompasada vino la noche ciega y en el olvido de los rencores quedéme quieta. La soledad ermitaña, cubría con el halo de su pureza, mi harapienta salladura.



La noche, quién si no, dueña de toda sabiduría, correspondióme con su triste jaculatoria, con su dama oscura, con un jaque mate fulminante, principio de un nuevo día.



El día llegóse hambriento y perezoso, humeante y denso, gris y tedioso. Cuan prefería la larga noche al despertar del alba... Alborada maligna de entrañas fúnebres y palabras muertas, sentimientos desarraigados y locura por toda verdad.



Rompía un sol herido, tocado, casi hundido, cual olas de fuerte marejada, destrozando la mirada, dejando ver aquello que la calma esconde, revolviendo cimientos, dolor, llanto, persecución y al fin: la nada.



Curioso asomar a la vida, el día después...