jueves, 15 de julio de 2010

A VECES...

...Un sueño se hace realidad, y la vida da un giro de 180 grados, y lo que estaba cabeza arriba se vuelve cabeza abajo, y a veces esos sueños no se deberían tener, por pura salud mental.

Y eso es lo que a mí me pasó, que un sueño se hizo realidad. Una visión abominable vino a mi vida sin permiso alguno y me llevó media vida librarme de sus consecuencias.

Imaginad el hombre más apuesto del mundo, el más amable, el más detallista y encantador, bueno pues ese hombre se vino a dar de boca conmigo sin previo aviso, y ¡como no! Caí rendida a sus pies sin la menor posibilidad de efectuar maniobra alguna, si acaso no fuese la de amarrarlo más fuerte para no dejarlo escapar.

Se casó conmigo al mes de conocerme, me prometió la luna y me bajó el universo. Era lo único que existía en el mundo y en mi vida y de repente un sueño, un maldito sueño lo echó todo a perder.

La noche de bodas después de toda la fiesta, después de la pasión emborrachada durante todo el día, después de los besos y las caricias más sublimes que mujer haya conocido, después de eso vino... lo peor.

Estábamos los dos en Córdoba, ciudad donde el calor derrite hasta los edificios, veníamos de visitar la Mezquita. A dos manzanas del hotel en el que nos alojábamos pasó todo, no puedo repetir la angustia que pasé y desperté gritando su nombre.

Él asustado me abrazó e intentó por todos los medios sonsacarme que era lo que había soñado, pero yo le rogaba por favor que dejase de preguntarme eso, que se me había olvidado, que sólo recordaba que estaba muy angustiada pero que al despertarme lo había olvidado. No me creyó, no le culpé, era mentira.

Apenas unos meses después fuimos a Córdoba a un bautizo, el de mis sobrinos gemelos. Casualmente tuvimos que ir al hotel Conquistador, era el más cercano a la carretera de Andalucía y casi al lado del Mezquita. Veníamos del estadio del Arcángel, aunque andando es un buen trozo nos apetecía pasear.

No había vuelto a recordar ese sueño hasta que lo vi. Otra vez allí plantado, apoyado en una farola de la calle, con ese aire de estar de vuelta de todo y la sonrisa del que tiene el poder en su mano. Ese poder brilló tan sólo un instante, el que tardó en clavárselo en el cuello a mi marido. Después me miró un momento y dijo algo ininteligible que pareció como -no te preocupes nena, no tengo nada personal contigo- y se fue muy tranquilo.

Ni siquiera volvió la cara para ver si yo pedía auxilio, ni yo fui capaz de hacerlo, ni de mirar a Enrique tirado sobre la acera como un guiñapo chorreando sangre, mientras mis ojos seguían sin apenas parpadear a aquel hombre que segó mi felicidad.

He vivido muchos años recordándolo, segundo por segundo; el sueño y la realidad, ya no puedo más. Es la hora de acabar con todo.

En ese tiempo supe muchas cosas, pero no las que de verdad me hubieran ayudado a olvidar. Averigüé datos personales del asesino, me dediqué en cuerpo y alma a espiarlo. Para mi sorpresa nunca descubrí ningún acto violento en su vida diaria, si no todo lo contrario. Era un hombre encantador, de sonrisa franca, con muchos amigos que darína su vida por él. Tenía un hijo y estaba casado. Su mujer la pobre perdió la cabeza, la gente del barrio decían que desde la muerte de su hija no volvió en sí.

Hubo momentos en que pensé que me estaba volviendo loca, que no podía ser que fuesen la misma persona, era imposible.

Mateo era un padre perfecto, un marido paciente, enamorado, solicito a cualquier deseo por loco que fuese de su mujer, pero entonces... ¿Por qué?

Esa pregunta me corroía las entrañas, ¿por qué mató a Enrique? Esa pregunta insistente me enseñó a odiar, me ayudó a vivir esperando el momento de la venganza y ese había llegado.

Mateo no me recordaba, sólo me vio un instante, sólo me dirigió unas pocas palabras a las que yo no respondí. Me cercioré de eso cuando me mudé, a su barrio para tenerlo más controlado. Me sorprendió sobremanera descubrir que vivíamos en la misma ciudad, pero nada le ataba a Enrique, no eran ni conocidos.

Me trataba como a una vecina más, me saludaba e incluso alguna vez me ayudó a subir la compra al piso, un tercero sin ascensor. Yo haciendo de tripas corazón dejé que se acercará a mí, que entrara en mi casa, y hasta permití que me arreglase un par de cosillas en casa , y nunca me pidió nada a cambio, es más cuando dije de pagarle fue como un grave insulto para él.

Yo sabía que él a esas horas venía del parque con su hijo y que después saldría a echarse unos vinos con los amigos. Mi plan era perfecto, me haría la encontradiza y lo abordaría de repente sin darle opción a pensar.

-Hola Mateo- dije en un tono neutro

-Hola Gloria, ¿vas a la compra?

-No, en realidad venía buscándote a ti.

-Has tardado mucho tiempo Gloria.
-¿Qué quieres decir? - le pregunté sintiéndome descubierta.

-Sí, Gloria. Fui yo el que le mató, y lo volvería a hacer sin pensarlo. ¿No te imaginas el por qué?

Su cara me hizo pensar en su mujer. Él pareció adivinar mis pensamientos
-No, ese sería en todo caso la gota que colmó el vaso. Laura mi hija, fue salvajemente violada, y después descuartizada y tirada a un cubo de la basura, pero no fue la única, Hubo al menos tres chicas más que yo sepa.

-¿Quieres decir que...? - no podía ni quería creerlo.
-Sí, yo mismo salvé a la última de sus victimas pero él se me escapó. Hice lo mismo que tú, vigilarlo, espiarlo y esperar.

- Y... ¿por qué sabiendo que era yo no has intentado huir? no te creo. Has tenido mucho tiempo para decirme todo eso y no lo has hecho. ¿Por qué ahora? - pregunté con la rabia silbando entre mis labios- Eres un maldito cobarde, y un asesino, y aunque me pudra en la cárcel o sea lo último que haga te voy a matar.

- Es la verdad, a veces he pensado contártelo, pero no sabía como empezar. Además yo también te estaba esperando, necesito que me aligeres de esa carga. Lo maté, por que el mató a mi hija y recluyó en la oscuridad a mi mujer, y eso no podía quedar impune. No puedo decir que lo sienta.

Todo es borroso...

-...Alcé mi mano con el cuchillo de cocina, ya no recuerdo más Sr. Juez, Sé que lo maté. ....A veces una necesita soñar y que le castiguen por soñar