jueves, 17 de junio de 2010

cantar un nuevo día

A fin de cuentas, he venido para cantar un nuevo día, para asegurarme de que mi propia esencia no se difumina bajo la perspectiva de los demás.
Sí, ya sé... Esto suena a locura, y quizá... No sé, podría fácilmente someterse a referendum y salir la opción de la locura, o quizá no.
En cualquier caso, poco importa el desarreglo percepcional y/o neuronal, no de neurona si no de neuropsicóticos buscando la locura como respuesta a todo aquello que se sale de lo comnunmente aceptado como lo normal.
Y es que yo me pregunto: ¿qué es ser normal? ¿Dónde radica la susodicha normalidad? ¿Es normal aquel que juzga a los demás como normales o anormales?
Señores, pongamonos como queramos pero este mundo sólo aspira a ser una jauría de grillos comiendo yerba o en su defecto fumándosela. Los abuelos deberían fumar más porros y nosotros tendríamos que consumir más tranxilium, y el mundo seguro que seguiría rodando o rotando cada cual que de las vueltas como le venga en gana ¿o no?
Partiendo de que el nuevo día está por llegar y que hemos de cantarle algo que no sepa a tradicional, lo mejor será acostarnos y esperar a que llegue y con suerte nos pille durmiendo el festejo, y despertar a él como un día más.