ESCENA TERCERA:
Me he comprado el ordenador, me he ido a hacer cursillos
hasta el verano, y todo ¿para qué?
—Ya te lo dije yo Tomás, que era perder dinero y tiempo—,
pero de nada ha servido saberlo de antemano.
Al menos el móvil me lo regalaron, pero el ordenador me ha costado
casi 1800 €. En las clases particulares me he gastado… ya ni lo sé, ni quiero
saberlo, y total que nunca se acuerdan de darme su dirección de correo. Yo no
sé aún como se mandan los mensajes, me hago un lío, los llamo para que me lo
den, y me dicen —“Ya te mandaré un sms”—, pero con eso me quedo.
No quiero darme por vencido, ni sentirme como un perro
apaleado, ellos tienen su vida, y yo la mía. Además esto de Internet no está
tan mal, me paso los días mirando cosas, ahora ya no me compro los periódicos,
eso que me ahorro, leo la prensa por la red. Aunque maldito el ahorro que me
supone, si pago 60€ al mes de conexión. Me vendieron la moto de 10 megas y lo
único que llega es 1 cuando hay suerte.
Hace muy poquito tiempo no sabía qué era y cómo funcionaba
el cacharro, y ahora me escucho y parezco todo un entendido. Lo que más me
fastidia de todo, es que me compré todos los accesorios habidos y por
haber; que si un pen – drive, de esos,
que si una impresora con fax y escáner, que si un micrófono con cascos
incluidos, que si la webcam, vamos que no me falta un detalle. Bueno, sí, que
mis nietos se conecten y me den su dirección de correo. Pero no hay manera.
En el cursillo hay un par de amiguetes, que me he hecho, que
dicen que se dedican a ligar por Internet, pero yo sinceramente prefiero
comprarme un perro.
Ya tengo bastantes mirados, tengo guardadas en favoritos por
lo menos 6 páginas de anuncios de compra- venta de cachorros.
Siempre me han gustado los perros de agua españoles, pero
tienen el inconveniente de que sueltan mucho pelo, me iría mejor uno de poco
pelo como esos que se han puesto de moda ahora los sarpeigs esos o como se
llamen, pero son tan feos que de pensarlo me sale sarpullido.
Lo que tendría que hacer es dejar de pensar tanto en mis
nietos, vivir un poco la vida, pero eso es casi imposible, si cuando tuve edad
para hacerlo me faltó mi queridísima Elena. Bueno, si Elena se imaginase ni de
lejos, que estoy pensando en comprar un perro, de seguro me llevaba con ella
sin perder un segundo.
—¡Ay! Elena ¿Tan malo he sido para merecer este castigo? No
me puedo creer que consagrar toda una vida al trabajo, al sacrificio personal
en bien de la familia reciba por pago este desapego—.Quizá sea yo el culpable
de todo, quizá me dejé obnubilar por el dinero, por poseer una casa grande,
hermosa, soleada, y apartada de la urbe, por tener dos coches, por permitirme
pagar a mis tres hijos una carrera universitaria; el mayor estudió medicina, 6
años más el MIR, Paula se decidió por Biología, y el pequeño siempre me llevó
de cabeza, empezó tres carreras y al final se quedó con Empresariales. Nunca
les reproché nada, al contrario, siempre les he dado todo lo que ha estado en
mi mano, y ahora, ellos viven su vida con sus respectivas familias, y el único
nexo de unión entre nosotros está muerto.
Igual hago caso a mis amigos y me voy con ellos a un bar de
copas que hay en Lérida para separados, divorciados y viudos, pero me da no sé
qué, yo no quiero más mujer que mi Elena.
Y encima si me liase con una mujer donde estaría con ella,
en la habitación de matrimonio por descontado que no, en la de alguno de mis
hijos…, pues tampoco me parece bien. De hecho, ningún sitio de esta casa me
parecería bien para traer a otra mujer que no sea la que fue siempre su dueña,
y ella ya no volverá.
Decidido, me compraré un perro, un perro de agua catalán, y
lo tendré en la terraza de la cocina, que es amplia a modo de jardín interior, de esa forma mataré dos
pájaros de un tiro, me obligaré a salir y ya no me sentiré solo.
Y a mis nietos, que hagan lo que quieran, si vienen serán
bien recibidos, si no, yo me seguiré yendo a pasear con Trenzas, he pensado
hasta el nombre, debería llamarlo Rastas, pero si lo hago igual piensan que soy
un abuelo yeyé.
El ordenador, creo que lo usaré poco, igual cuelgo un día de
estos un anuncio por Internet a ver si saco algo de lo que me he gastado en él.
María debe estar a punto de llegar, hoy tocan lentejas, por
fin.