sábado, 12 de abril de 2014

SOLEDAD: TERCERA Y ÚLTIMA ESCENA



ESCENA TERCERA:

Me he comprado el ordenador, me he ido a hacer cursillos hasta el verano, y todo ¿para qué?
—Ya te lo dije yo Tomás, que era perder dinero y tiempo—, pero de nada ha servido saberlo de antemano.
Al menos el móvil me lo regalaron, pero el ordenador me ha costado casi 1800 €. En las clases particulares me he gastado… ya ni lo sé, ni quiero saberlo, y total que nunca se acuerdan de darme su dirección de correo. Yo no sé aún como se mandan los mensajes, me hago un lío, los llamo para que me lo den, y me dicen —“Ya te mandaré un sms”—, pero con eso me quedo.
No quiero darme por vencido, ni sentirme como un perro apaleado, ellos tienen su vida, y yo la mía. Además esto de Internet no está tan mal, me paso los días mirando cosas, ahora ya no me compro los periódicos, eso que me ahorro, leo la prensa por la red. Aunque maldito el ahorro que me supone, si pago 60€ al mes de conexión. Me vendieron la moto de 10 megas y lo único que llega es  1 cuando hay suerte.
Hace muy poquito tiempo no sabía qué era y cómo funcionaba el cacharro, y ahora me escucho y parezco todo un entendido. Lo que más me fastidia de todo, es que me compré todos los accesorios habidos y por haber;  que si un pen – drive, de esos, que si una impresora con fax y escáner, que si un micrófono con cascos incluidos, que si la webcam, vamos que no me falta un detalle. Bueno, sí, que mis nietos se conecten y me den su dirección de correo. Pero no hay manera.
En el cursillo hay un par de amiguetes, que me he hecho, que dicen que se dedican a ligar por Internet, pero yo sinceramente prefiero comprarme un perro.
Ya tengo bastantes mirados, tengo guardadas en favoritos por lo menos 6 páginas de anuncios de compra- venta de cachorros.
Siempre me han gustado los perros de agua españoles, pero tienen el inconveniente de que sueltan mucho pelo, me iría mejor uno de poco pelo como esos que se han puesto de moda ahora los sarpeigs esos o como se llamen, pero son tan feos que de pensarlo me sale sarpullido.
Lo que tendría que hacer es dejar de pensar tanto en mis nietos, vivir un poco la vida, pero eso es casi imposible, si cuando tuve edad para hacerlo me faltó mi queridísima Elena. Bueno, si Elena se imaginase ni de lejos, que estoy pensando en comprar un perro, de seguro me llevaba con ella sin perder un segundo.
—¡Ay! Elena ¿Tan malo he sido para merecer este castigo? No me puedo creer que consagrar toda una vida al trabajo, al sacrificio personal en bien de la familia reciba por pago este desapego—.Quizá sea yo el culpable de todo, quizá me dejé obnubilar por el dinero, por poseer una casa grande, hermosa, soleada, y apartada de la urbe, por tener dos coches, por permitirme pagar a mis tres hijos una carrera universitaria; el mayor estudió medicina, 6 años más el MIR, Paula se decidió por Biología, y el pequeño siempre me llevó de cabeza, empezó tres carreras y al final se quedó con Empresariales. Nunca les reproché nada, al contrario, siempre les he dado todo lo que ha estado en mi mano, y ahora, ellos viven su vida con sus respectivas familias, y el único nexo de unión entre nosotros está muerto.
Igual hago caso a mis amigos y me voy con ellos a un bar de copas que hay en Lérida para separados, divorciados y viudos, pero me da no sé qué, yo no quiero más mujer que mi Elena.
Y encima si me liase con una mujer donde estaría con ella, en la habitación de matrimonio por descontado que no, en la de alguno de mis hijos…, pues tampoco me parece bien. De hecho, ningún sitio de esta casa me parecería bien para traer a otra mujer que no sea la que fue siempre su dueña, y ella ya no volverá.
Decidido, me compraré un perro, un perro de agua catalán, y lo tendré en la terraza de la cocina, que es amplia a modo de  jardín interior, de esa forma mataré dos pájaros de un tiro, me obligaré a salir y ya no me sentiré solo.
Y a mis nietos, que hagan lo que quieran, si vienen serán bien recibidos, si no, yo me seguiré yendo a pasear con Trenzas, he pensado hasta el nombre, debería llamarlo Rastas, pero si lo hago igual piensan que soy un abuelo yeyé.
El ordenador, creo que lo usaré poco, igual cuelgo un día de estos un anuncio por Internet a ver si saco algo de lo que me he gastado en él.
María debe estar a punto de llegar, hoy tocan lentejas, por fin.