Escudriñando la forma de tus caderas
Advierto el mechón de tu piel
Blanco, estriado, roto de placer,
Y rebuscando entre tus pliegues
Encuentro el nido revuelto de tus pelos
Pegajosos, lechosos, con sabor
A mi sudor y a mi piel.
Mientras cantábamos el himno del triunfo
Del renacer de la carne, después de la perdición,
Nuestros cuerpos sudaban estertores de jubilo
Y de pasión, de sueños alcanzados en blanco y negro.
Contraste de la oscuridad del agujero del culo
Y del cipote en ristre ardiendo en la luz...
Buscando la frescura en la cueva más dulce
Y acogedora que jamás pudo imaginar.
Y así empezó todo, con quítame la falda que me estorba
Con no apartes tus manos de mi raja, que te mato
Me pones cachondo y morcillón
Estoy chorreando por un buen apretón
Qué te parece si nos vamos
Pues a qué esperamos, marchémonos.
Ya en el coche la impaciencia nos lanzó
A mi boca contra tu polla, sangrando licores
Y mi lengua alcohólica recogiendo las gotas.
Tus manos en mis tetas, mis pezones pidiendo guerra.
El calor nos alcanzó en plena libación
Buscando rincones frescos, tu boca en mi coño se pegó.
Solos, con la única compañía del cantar de los grillos
Ni estrellas ni luna, y si las había estaban allá...
Donde nuestros ojos no alcanzaban,
Enredados como estaban en pelos y otras zarandajas.
Chorreando sudor, saliva, y fluidos desatados
Mi sexo escupía en tu bigote zafado,
Oh! Cómo deseé que el clítoris se me hiciese grande
Que se ensanchara y creciese hasta llegar a tu garganta.
En un sesenta y nueve interminable, apagamos la sed
Y bebimos líquidos calientes, a borbotones. Sabrosos
Brebajes preparados al instante, sin conocernos
Amándonos como salvajes, rompiendo cremalleras
Vestidos , pantalones y falsos encajes, buscando el falo,
La almeja brillante, una ostra parecía de moco colgante
Qué calentón! Que la noche entera duró
Y la mañana siguiente escudriñando en tu cuerpo me pilló
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