miércoles, 11 de agosto de 2010

Tiempo de espera

Cada espacio tiene su particular cuerpo o materia que lo llene, aún siendo aire, aún estando vacío, es indiferente, siempre y cuando no se trate de mi blog.

Particular es su estructura asimétrica, desproporcionada y tendente al infinito siendo un cero patatero.

Una curva ascendente si se mira al revés, que viene del cosmos y tiende al punto en que el papel en blanco se niega a oscurecer.

Mi cabeza podría poner algo de su parte, pero se niega, se niega a escribir granos de arena en un desierto aguado.

Hay momentos en los que la lejanía hace más provecho que el estar al pie del cañón, estar por estar no sirve para nada, contar gilipolleces no enriquece a nadie y es más; creo que empobrece sobremanera al autor de tan innobles letras.

Por lo tanto sigo sin tener nada que decir por que es difícil no caer en mi propia queja, ya soy bastante estúpida sin ayuda, como para empujarme a mí misma.

Cuando empecé a escribir, ya casi no me acuerdo de cuando fue eso, tenía muchos problemas que a través de historias se iban disipando, incluso hubo alguna vez en que encontraban otros horizontes o simplemente dejaban de ser una causa por la que preocuparse. Entonces pensaba que el escritor que yo llevaba dentro era más poderoso que yo, y que la forma que tenía en contar o narrar historias era la forma de expresar todo aquello que me retenía en el mundo real.

Ahora es todo lo contrario, yo, mi vida real menosprecia al escritor que un día vio la luz, digamos que por puro accidente, y las historias que pueblan mi cabeza me entretienen y me alejan de lograr mi destino

Pero ¿cuál es ese puto destino?

Ya no disfruto escribiendo, me cuesta hasta leer, y lo peor de todo es que sólo me apetece perderme, que nadie me encuentre, desfigurarme hasta no poder reconocerme ni yo misma. Pero… ¿cómo coño se hace eso?

Mi espacio no tiene materia que la llene, mi cerebro está lleno de las cosas que deberían llenar ese espacio, existe una total controversia entre lo que necesito quiero tengo y hago.

Tendré que esperar, pero no importa si al final cada espacio recupera su materia, o su vacío.

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