El dolor se ha hecho tan grande, que ningún nacimiento puede paliarlo. El alcohol mi único amigo fiel. Las ausencias llenan de incertidumbre mi copa. Tenemos que brindar, y no se me ocurre nada por lo que hacerlo. Segundos se hacen horas, y sueños incrustaciones en la piel. Las palabras no salen, todos esperan, En el ambiente se palpa la impaciencia, en el hueco donde un día albergué un corazón un fuego renace pero no logra cauterizar las heridas; las miradas, los oídos, todos pendientes de mi boca. De repente: "brindo por que se estalle mi copa, y nunca más vuelva a beber".
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