miércoles, 11 de agosto de 2010

Poema

Alumbraban los mástiles desnudos

los luceros de un cielo, que,

anunciaba tormentas,

y lágrimas.



Entre sueños, una niña, o no tanto,

su muerte pedía

por no sufrir en su cuerpo

doloroso estigma.



De ella fueron hollados

sus cuentos y sus fantasías

para convertirlos en llanto

coronado de alambres y astillas.



La vida se le iba,

y ella ahogada en carcajadas,

se decía a si misma que

la muerte era su única amiga.



Su dolor y quebranto, soñado quedó,

mas despertar fue duro, pues,

ya nunca volverían, los pájaros de los campos,

su sosiego a convertir en algarabía.



Galopando, la dama oscura

la atravesó con impúdica daga…

(a Dios gracias

su súplica fue concedida.).

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